martes, 5 de octubre de 2010

AGUSTO COMTE Y SU TIEMPO: LA SOCIEDAD CAMBIA A PARTIR DEL CONOCIMIENTO

AGUSTO COMTE Y SU TIEMPO: LA SOCIEDAD  CAMBIA A PARTIR DEL CONOCIMIENTO

El tiempo histórico que le tocó vivir a Augusto Comte fue de conflictos en las clases sociales por los intereses económicos y la apropiación de los bienes; contra lo que él consideraba una “filosofía destructiva y negativa” que surgió a partir de la Ilustración.  Comte quiso modificar la sociedad de su tiempo y comienza por explicar que una sociedad para cambiar necesita hacerlo a partir del conocimiento.  En su análisis de cómo había sido a través de la historia el conocimiento determina distintas etapas de desarrollo del conocimiento, que fue a lo que le dio el nombre de ley de los tres estados o estadios del conocimiento. El positivismo es una corriente de pensamiento filosófico, científico, que busca la manera de explicar cómo es el conocimiento- que llamamos científico -y de qué manera debe hacerse la ciencia para decir que los resultados corresponden a la verdad de lo que se busca. Acompaña y provoca el nacimiento y la afirmación de la organización técnico industrial de la sociedad, fundada y condicionada por la ciencia. Expresa las esperanzas, los ideales y la exaltación optimista, que han provocado y acompañado esta fase de la sociedad moderna. El hombre ha creído en esta época haber hallado en la ciencia la garantía infalible de su propio destino. Por esto ha rechazado, por inútil y supersticiosa, toda alegación sobrenatural y ha puesto lo infinito en la ciencia, encerrando en las formas de la misma la moral, la religión, la política, la totalidad de su existencia, es decir, toda su vida.

Según Comte, los conocimientos pasan por tres estados teóricos distintos, tanto en el individuo como en la especie humana. La ley de los tres estados, fundamento de la filosofía positiva, es, a la vez, una teoría del conocimiento y una filosofía de la historia.
Lo veremos cada uno según el orden que lo planteó nuestro autor:

El estado teológico, corresponde a la Edad Antigua (define al mundo anterior del s. XIV).  Trata de dar explicaciones simples de los fenómenos naturales como la lluvia, trueno, viento, es así como se crean dioses para explicarlo (por ejemplo: dios de la lluvia, dios del trueno, etc.) En este estado predomina mucho la imaginación, y que equivalen al desarrollo del hombre, por lo tanto, nos encontramos en la Infancia.  En este estado los hechos naturales se explican mediante causas extrínsecas a la naturaleza; las causas son invisibles y son entendidas como divinidades. Es la divinidad en general la que explica la relación entre los hechos y las cosas; pero a la vez se distinguen tres períodos: el fetichismo, donde se personifican las cosas y se les atribuye un poder mágico o divino;  el politeísmo, la animación es retirada para trasladarlas a las divinidades y el monoteísmo, la fase superior en donde todos los poderes divinos quedan reunidos y concretados en Dios.

El estado metafísico, es un estado intermedio entre el teológico y el positivo; la diferencia está en sustituir las divinidades y los agentes sobrenaturales por entidades ontológicas; por ejemplo: las esencias, las causas, etc. Donde la metafísica intenta explicar la naturaleza de los seres, su esencia, sus causas, etc. y no recurren a agentes sobrenaturales, sino a entidades abstractas que le confieren su nombre de ontología. Es así como se pasa la adolescencia, un estado crítico del hombre.   Son elementos distintos a como se presentan las cosas ante la experiencia sensible.

Las entidades ontológicas tienen la ventaja de ser inherentes a los hechos y no ser sobrenaturales y divinas; sin embargo están aún muy lejos del positivismo porque no pueden ser constatadas por la observación por lo que son inventadas por la fantasía al igual que las divinidades.” (Xirau, 2005). Lo sitúa entre los años 1300 y 1800.

El tercer y último, el estado positivo,  como nos imaginamos es el propio Comte quien lo inaugura, es la subordinación constante de la imaginación a la observación, que se propone  sustituir el uso de la imaginación por la observación, única base posible de los conocimientos verdaderamente accesibles, razonablemente adaptados a nuestras necesidades reales; es definitivo y real.  La regla fundamental del estado positivo es que: toda proposición que no es estrictamente reducible al simple enunciado de un hecho, particular o general, no puede tener ningún sentido real e inteligible. Es como se caracteriza por la creencia en la Ciencia- positiva- como respuesta al desorden intelectual y social de su época. En esta etapa se llega a la madurez.

Para finalizar, el positivismo tiene mucha relevancia en nuestra sociedad actual, algunos han cogido sus modelos para aplicarlos a una  sociedad concreta. Es cuando se llega a una estructura científica de la mente buscando las causas de los fenómenos con la razón a través de la experimentación, la observación y la experiencia para descubrir las le­yes científicas que regulan sus relaciones. Busca respuesta al por qué suceden las cosas. La razón es considerada como la única fuente de conocimiento de la realidad y ésta se expresa en el conocimiento científico. Con la razón y las ciencias es posible el progreso indefinido de la sociedad pero, para que se produzca, debe existir el orden social. Para ello es necesario evitar todo tipo de conflictos sociales. Es aparentemente, una reflexión sobre la ciencia. Después de agotadas éstas, no queda un objeto independiente para la filosofía, sino ellas mismas; la Filosofía se convierte en teoría de la ciencia. Así, la ciencia positiva adquiere unidad y conciencia de sí propia. Pero la filosofía, claro es, desaparece; y esto es lo que ocurre con el movimiento positivo del siglo XIX, que tiene muy poco que ver con la filosofía, muchos menos con la tradicional. El saber positivo se atiene humildemente a las cosas; se queda ante ellas, sin intervenir, sin saltar por encima para lanzarse a ser de cada cosa; ya no pide causas, sino sólo leyes. Y gracias a esta austeridad logra esas leyes; y las posee con precisión y con certeza. No hay propuestas para seleccionar información ya que todos los hechos son singulares e individuales, no busca comprender, sólo describir lo sucedido en un orden inalterable y sin conexión ni relación entre los hechos de la política, la economía, la sociedad y las manifesta­ciones culturales. Todo aparece atomizado, desconectado. El conocimiento es absolutizado y no permite la interdisciplinariedad al presentar la realidad como una enunciación específica de hechos y cosas. Por tanto, no tienen en cuenta la simultaneidad en la evolución de las distintas sociedades. Todo se describe basado en un determinismo de tipo causal o culturalista.


IVÁN CORONADO BUSTAMANTE
                                                                                                                                              3° DE FILOSOFÍA